miércoles, 18 de junio de 2008

Cuando pienso en Matanza de los Oteros

Cuando pienso en Matanza de los Oteros no pienso en un pueblo, pienso en mi abuela Consili y en ese hombre que recibió de manos de su nieto Alberto la placa de "Abuelo del año" en aquel verano del 91; pienso en mis padres, en mi hermana, en unos amigos... en mis amigos.

Cuando pienso en Matanza de los Oteros no pienso en un pueblo, pienso en un frontón maltrecho, en una piscina; pienso en una Comarcal, en unas Bodegas, en unos remodelados columpios; pienso en una Carralina, en una antigüa piscina abandonada y en ese sauce que aún hoy llora a su lado; pienso en un valle que tantas veces visitamos antes de que una carretera nacional le partiese el alma en dos.

Cuando pienso en Matanza de los Oteros no pienso en un pueblo, pienso en un verano... en todos los veranos de mi vida, en unas gélidas Navidades, en Semanas y Semanas Santas y cómo no, pienso en ese mes de Octubre y en su primer fin de semana y al hacerlo pienso también en un pregón, en una procesión, en varias orquestas, en una discoteca móvil llamada MC-5, en unas barracas; pienso en infinitos bingos perdidos y tan sólo uno ganado, pienso en un karaoke, en una hoguera, en unos fuegos artificiales; pienso en unas patatas preparadas con todo el esmero del mundo, en un jóven campeón de rana contra todo pronóstico (nunca olvidaré cómo Posi lo gritaba a la cámara mientras se fumaba un puro); pienso en castillos hinchables y en juegos para niños... y no tan niños; pienso en un almuerzo con chorizo, patatas y alguna copa de más alrededor de unas brasas.

Cuando pienso en Matanza de los Oteros no pienso en un pueblo, pienso en una niña de 13 años, en mi primer amor; pienso en mi primer beso, en mi primer cigarrillo, en mi primer estado de embriaguez, en mi primera calabaza, en mi primera y última infidelidad; pienso en mil y una noches perdidos por Valencia de Don Juan, en mil y una fiestas de pueblo, en mil y una carreras de bici haciendo trampas, en mil y un partidos de fútbol; pienso en un maratón de fútbol en Valderas, en una morena malagueña que conocimos entre partido y partido, en un Renault Laguna blanco convertido en bungaló, en una inoportuna enfermedad de Posi, en las 18 horas que me costó recuperarme de aquello; pienso en un campeonato perdido en Alcuetas cuando aún eramos jóvenes promesas el día que Vituky se ganó el cariñoso sobrenombre de Judas.

Cuando pienso en Matanza de los Oteros no pienso en un pueblo, pienso en todos y cada uno de los rincones donde nos reuniamos para intentar solucionar el mundo... un local en la Comarcal, un remolque abandonado en las eras muy bien acondicionado, un consultorio del que nos echaron injustamente, unos árboles en la Carralina (en realidad, aquello solo fue un proyecto que nunca se llevó a cabo); una Cañamona de la que fuimos nuevamente expulsados, un chalet en las afueras del que nos echaron a "tiros", nunca mejor dicho... tantos lugares!

Cuando pienso en Matanza de los Oteros no pienso en un pueblo, pienso en una Puch modelo "Caribe", mi "Puchina", en una mala frenada en un camino de tierra (verdad, Floren?), en un buen rasguño en mi pierna, en la voz de Jose María diciendo "Me la pegué", pienso en la búsqueda inútil de un camino de tierra que uniera Zalamillas con Alcuetas en compañía de Xuanan.

Cuando pienso en Matanza de los Oteros no pienso en un pueblo, pienso en un cielo increiblemente naranja anunciando la llegada de la noche en los oteros, pero al mismo tiempo pienso también en un amanecer, en varios amaneceres, en ese que nos deleita al dar los primeros pasos del senderismo o en ese otro que nos acompaña en nuestra retirada a bordo del Gato y que paradojicamente nos desea felices sueños y leve resaca. Situaciones diferentes pero igual belleza y encanto.

Cuando pienso en Matanza de los Oteros no pienso en un pueblo, pienso en excursiones nocturnas entre Matanza y Zalamillas entonando aquel "Querida Enriqueta, con estas te escribo...", pienso en una escapada nocturna a Valdespino y en el mal trago que supone pasar al lado de la granja de Chorete en medio de la inmensidad de la noche (Vituky, repetimos?), pienso en una inoportuna tormenta de verano sorprendiendonos entre Alcuetas y Zalamillas y en fin, pienso en las 100 veces que copié el número de teléfono de mi casa.

Cuando pienso en Matanza de los Oteros no pienso en un pueblo, pienso en... mi pequeño paraíso.

Pero, creedme, sobre todo pienso en todas esas personas que he conocido gracias al pueblo donde mi padre vio la primera luz. Yo les llamo amigos y amigas. Gracias por todo. Os quiero.


Gracias a Quique González por la inspiración

9 comentarios:

Juan de Zalamillas dijo...

Alberto, amigo, si me lo permites. Eres un cobardica. No respondes, ni sigues escribiendo por una pequeña crítica. ¡Asi no somos cuantos tenemos raices en Matanza, ¡carajo! Nuestro mejor maestro en ello, fue Hipólito, el zapatero y nunca se acobardó. ¿por donde andas durmiendo? Julio

Moro dijo...

Juan de Zalamillas: Internet es un país libre y aquí cada uno puede expresarse como desee. Este blog con aroma a tierra mojada recibe visitas de todo tipo y orígen. Visitas procedentes de lugares de España que ni conocía. Otras vienen de fuera, de lugares que no sabría situar en el mapa. Hay quien entra por error y le acaba gustando lo que lee. Hay quien lo visita regularmente. Hay quien lee y no firma. Quien lee, firma y aplaude. Hay quien lee por encima y firma por compromiso. Hay quien, simplemente, me devuelve cortesmente la visita. Hay de todo. De vez en cuando alguien conocido o cercano entra, lee, firma y aplaude. Me desenvuelvo bien con palabras de gente que no conozco pero sufro ataques de vergüenza cuando alguien entra en mi blog y me llama por mi nombre. Me llamas cobarde porque no contesto ni sigo escribiendo. No soy escritor. De hecho, aún no soy nada. Algún día un título dirá lo contrario pero hasta que lo consiga, hay un montón de exámenes esperandome a la vuelta de la esquina. No soy nada pero si soy alguien. Y este alguien no es un cobarde. Escribo cuando lo necesito, no por obligación. No sé si antes de mí hubo un "Moro" en Matanza. Seguro que sí y más de uno. Lo que sí sé es que no me apropié de ningun apodo. Para temas de copyright o derechos de autor, el afectado deberá tratar con mis amigos que fueron quienes me bautizaron así en aquellos día de verano, bicicleta y partidos en el valle. Sé que hay gente que entra por aquí de vez en cuando con la esperanza de leer algo nuevo y eso me halaga y me sonroja. Entonces por un momento me siento un escritor el cual debe cumplir con sus fieles lectores y decido escribir. Pero sucede en esos casos que me quedo en blanco. No sé escribir por demanda u obligación. Si no escribo no es por cobardía, es por falta de motivación. Mentiría si dijera que tu "pequeña crítica" no me sentó un poco mal. Dices que soy un niño que no deja de autocompadecerse solo porque de vez en cuando la nostalgía me lleva años atrás, solo porque intento no olvidar mi infancia. Estoy orgulloso de ella y de vez en cuando, solo por instantes, me gustaría volver. Nada más. Para tí pueden ser nimiedades pero para mí es todo un universo de sensaciones y recuerdos dulces.

Gracias por tu visita. Un saludo

Juan de Zalamillas dijo...

Al moro de Matanza: Por la presente que estoy por comerme dos heuvos fritos si en acabando este escrito no colocas en su sitio los versos que te he enviado la semana pasada. Son versos a tí dedicados, -parte de un poema extenso de unos mil Y PICO, en el que por coincidencia hablO también de la "CARRELINA". Acompañados de una breva en la boca, aún no encendida, -que valy que así me dure más-, por que es el único vicio sostenible que tengo en mi precaria vida de años a cuestas y de hombre trabajado como autónomo. El tiempo, coño, no pasa en balde, si no que se lo pregunten aquien te engendró; pero aún esoy para dar guerra largo tiempo, al menos eso dicen, y no es por presunmir mis amigas, por aquello de que el "buey solo, suelto y con quien queire pace, si le dejan." esos estudios que estás llevando ahora acabo ya deberían estar acabados y no tengas miedo a los griegos, que son unos cachondos si te metes en sus comedias, sobre todo en las de Anaxagoras. Ando, -pero sin cacha áun-, algo mosca porque en realidad yo deseba que vuestro tranquilo y augusto padre me enviara algunas letras, pero ni por esas. Espero que esté bien de salud. Y para terminar, líbreme san Pedro de Matanza de los Oteros de que yo haya pretendido llamarte cobarde. Sí he dicho "cobardica", pues has reaccionado cortadito en mi comentario segundo. Y esa no es una palabra de insulto, sino de "atención", que era lo que yo buscaba. Atención para que te esfuerces y abandones la primera persona el narrar, que es cosa de principiantes. "Ya deben estra en flor los almendros de la carrelina". Un saludo desde el Retiro de Madrid, rodeado de dos mil almendros. Julio Arce o si quieres Juan de Zalamillas, que es más sonoro.

Anónimo dijo...

Hola Moro, despues de estar buscando informacion sobre matanza de los oteros, que es el pueblo de mi padre, he leido tu texto, el cual me ha paracido muy bonito.
Estoy realizando una pagina web sobre Matanza y me he permitido el gusto de publicar tu texto en mi pagina de inicio como presentacion.
No creo que tengas ningun inconveniente en que lo haga, si no es asi por favor hazmelo saber y lo quitare. Tambien me gustaria saber tu nombre para poder ponerlo debajo del texto, por ahora pondre moro de matanza por si no quieres que sepan quien eres. Saludos y gracias y perdon por las molestias.

Moro dijo...

Anónimo: Qué sorpresa esta comentario! Fue el primer texto que colgué y no esperaba que nadie comentase ya después de más de dos años. Fue algo que escribí en su día para la revista del pueblo pero al final lo dejé pasar y no lo hice. No me importa en absoluto que publiques el texto aunque es bastante biográfico y puede que no se entienda bien. De todas formas, no hay problema, todo lo que sea por el pueblo, bien recibido. Me gustaría que nos pusieramos en contacto vía mail. No sé, para darnos a conocer y que me pases el enlace de la página y darte mi nombre para ponerlo, no me importa que se sepa. Me gustaría ver tu página y ver cómo queda. Te paso mi mail: elmorodematanza@gmail.com o el mismo pero con hotmail, el que más rabia te dé, ok?

Un saludo y gracias por la visita. Espero tener noticias tuyas.

R* dijo...

Otro pueblo, otra gente, otros recuerdos..., pero la misma sensación

Moro dijo...

R*: Quien no tiene pueblo...

Anónimo dijo...

Haber "moro",me tomo la libertad de entrar en este "el tu espacio",qe seguro que, conociéndote,para tí será especial,y tomándolo como tal,escribir unas palabras sencillas,que no especiales..............
No te sonrojes,hombre,y da rienda suelta a la inspiración,pero solo cuando sea eso inspiración...........,y nunca como obligación,dicho lo cual que sepas que mientras lo mantengas, quien te conocemos y queremos,y quien así lo considere oportuno,seguiremos entrando de vez en cuando a ver si has "parido" algo nuevo,y por cierto,por supuesto,que los recuerdos de la infancia,de la de cada uno,generalizando,siempre van a ser los mas bonitos,que nuestro cerebro retenga,no te quepa duda,porque con esa edad estamos virgenes,en cuanto a ataques a la ingenuidad se refiere,y eso provoca que esos recuerdos fluyan,como nunca ya lo haran otros,provocando ese sentimiento,que como tal,no se puede explicar,pero que quien lo ha sentido alguna vez,sabe perfectamente de lo que hablas.
Solo me queda darte un abrazo fuerte,y animarte a que nos entretengas,cuanto menos,con tus "relatos-vivencias".
Fdo.-Para que quede entre tu y yo....Un egabrense.-

Dieguin dijo...

pani ya volvi al mundo blog ...visitameee jajajaja