lunes, 7 de julio de 2008

Premio inmerecido

Hace pocas lunas decidí adentrarme en el infinito universo bloguero con el único e inocente deseo de lanzar al vuelo todas esas historias que rondan por mi cabeza y que de un tiempo a esta parte escribo en márgenes de libretas, servilletas de bar y apuntes infumables de cálculo y electrónica. Cansado de no ser escuchado y comprendido. Cansado de ciertos lugares en donde la gente solo observa una foto y opina banalidades sin importar el texto que acompaña a la imágen. Cansado de superficiales e hipócritas. Cansado de gritar al viento. Cansado de todo y de nada decidí abrir este escaparate para almas anónimas y dejar colgado en él los retales de mi vida para que sean leídos y compartidos. Sentidos y comprendidos.

A pesar del infinito alcance de los brazos de internet no podía imaginar que mis palabras fueran leídas más allá del horizonte, más allá de los confines de la tierra. Nunca, y lo digo con la mano en el corazón, pensé que este humilde blog pudiera llegar a tener un puñado de lectores tan cariñosos y encantadores. Uno de ellos, en este caso una dama, ha tenido la inclinación y el dulce detalle de premiar este sombrío lugar con el premio Brillante Weblog. Gracias de corazón, Julia querida. Gracias. Por el premio. Por tus firmas. Por acercarme un poquito más la tierra de Dieguitos y Mafaldas que tanto admiro. Por permitirme conocer tantos bloqueros geniales. Por compartir tus historias. Por todo. Poco más puedo decir. Aqui muestro orgulloso el premio para que brille con luz propia en medio de este negro paisaje...


Consignas del creador del premio

El Premio Brillante Weblog es dedicado a webs y blogs que resalten por su brillantez tanto en temática como en diseño. Y con el mismo propósito de promocionar entre todos una vez más la blogósfera mundial.

  1. Al recibir el Premio, se ha de escribir un post mostrando el Premio y se ha de citar el nombre del blog o web que te lo regala y enlazarlo al post de ese blog o web que te nombra ganador.

  2. Elegir un mínimo de siete blogs (pueden ser más) que creas que brillan por su temática y/o su diseño. Escribir sus nombres y los enlaces a ellos. Avisarles que han sido premiados con el Premio Brillante Weblog.

  3. Opcional. Exhibir el Premio con orgullo en tu blog haciendo enlace al post que tú escribes sobre él.

Blog que me otorga el premio

Blogs premiados por miGracias de corazón a todos y todas los citados y citadas. Gracias por acercarme la certeza de que otro mundo mejor es posible... o al menos por hacerme creer que aún merece la pena pensar en ello.

Besos para vosotras y abrazos para vosotros

Promesas que no cumpliré

Esto es algo que escribí en una de las primeras lunas del nuevo año 2008...

Camino por las calles de la capital del Principado en estos primeros latidos de 2008 con la mirada perdida. Camino buscando el coche que me devuelva a mi villa aún con el dulce sabor en los labios que me dejó la noche pasada. Camino recordando aquellas sabias palabras de mi abuela que venían a decir que si los ingredientes son buenos, la comida será buena por mal que uno cocine. Amigos de ley, buena compañía, ron, música, el roce de una piel y un motivo en común qué celebrar. Ese motivo no era otro que recibir con los brazos abiertos y con una sonrisa en la boca un nuevo año. Uno más. Uno menos. Por suerte, diferente. No digo ni mejor ni peor. ¿Quién sabe? El tiempo dirá. Hay quién desea, sueña o pide a su Dios que el nuevo año sea mejor que el anterior. Ojalá siempre fuera así. Yo, por mi parte, viendo cómo está el patio y cómo la vida golpea a algunos, solo pido que no sea peor. No es pesimismo, es realismo. Porque si no tengo motivos reales para quejarme, ¿para qué pedir más? Con el tiempo uno aprende que siempre hay personas con mucho más motivo para lamentarse. Para pedir un año mejor. Para rogar que la suerte se cuelgue a su espalda también. Por eso, quejarse siempre por todo no es inconformismo… es egoísmo.

Un año puede ser muchas cosas. Puede ser el tiempo que a uno le resta de contrato. También lo que falta para que llegue el día de tu boda. A veces un año es mucho tiempo. Demasiado si es lo que tardarás en volver a verla. Otras, en cambio, es poco. Muy poco si eres joven y te das cuenta de que los mejores años de tu vida se pasan volando. En estos días de sentimientos contrapuestos me doy cuenta de que un año no es más que el período de tiempo que uno tiene para incumplir las promesas hechas en las últimas horas del año que se va. Ahí van las mías…

Prometo dejar de fumar.

Prometo espantar los pájaros de mi cabeza y derrumbar los castillos que construí en el aire.

Prometo viajar a la capital del reino y cumplir así la visita que tantas veces prometí.

Prometo dejarme la piel en los apuntes y cruzar por fin la meta de esta bendita carrera.

Prometo olvidarme de mi dulce niña gallega. Para siempre.

Prometo dejar el fútbol.

Prometo ser menos ñoño y sentimental.

Prometo no soñar con Buenos Aires y dejar de imaginarme tomando mate en la calle Florida mientras una pareja baila un tango para mí.

Prometo no insistir con las mujeres que nunca querrán estar conmigo.

Prometo seguir hablando pero también callar más. Porque callar es de sabios pero no hablar es de maleducados.

Prometo no gritar a mi madre cuando creo que no tiene razón. Las madres siempre tienen razón.

Prometo no enfadarme cuando mi padre cumple su papel y me insinúa que ya va siendo hora, moreno, que ya te vale, o sea. Tiene toda la razón del mundo.

Prometo no exigir a mis amigos más de la cuenta. Más de lo quieran darme. No se puede obligar a nadie a quererte más o menos. No se puede forzar a nadie a expresar sus sentimientos con palabras.

Prometo volver a un cine algún día. Y prometo hacerlo sin compañía.

Prometo no volver a escribir una nota anónima. Jamás.

Prometo no saludar a la niña de mis imberbes serenatas hasta que ella no me salude a mí… aún sabiendo que nunca lo hará.

Prometo no reprochar a ningún amigo su deseo de compartir la vida con una chica. Aunque me afecte. Aunque me duela. Aunque ella ocupe ahora el lugar que era mío.

Prometo cumplir con mi deber de primo mayor mejor de lo que lo he hecho hasta ahora.

Prometo no ser tan pesado con las historias y recuerdos de Matanza de los Oteros o al menos, si lo soy, prometo dejar ese tono nostálgico y melancólico. El pasado, pasado es. Lo que tenga que venir, vendrá. Y los que tengan que estar, estarán. Nada más.

Prometo… no cumplir todas mis promesas.